El cloro y el sol, principales enemigos de los ojos

 

piscina

 

Desde Dietética Maite queremos publicar este artículo de la revista “Mi herbolario” que creemos interesante para todos en verano.

 

La exposición al sol y el cloro de las piscinas, suponen los principales enemigos de los ojos durante los meses de verano debido a que pueden ocasionar graves problemas oculares a corto y largo plazo. Así se advierte en la guía Cuida tus ojos en verano que la Fundación Rementería ha incluido en su página web www.fundacionrementeria.es. En ella se incluyen otros factores de riesgo como el aire acondicionado, los ambientes secos, la contaminación o el mal uso de las lentillas o las gafas de sol. “El verano es la época del año en la que más sufren los ojos y, por tanto, hay que tener especial cuidado, sobre todo aquellas personas que suelen tener infecciones, ojo seco o usan lentes de contacto”, asegura el doctor Francisco Javier Hurtado, director médico de la Fundación Rementería.

 

La radiación solar es la que más problemas pueda causar en los ojos durante la época estival, según comenta este especialista, “pues puede provocar desde síndrome de ojo seco a cáncer de párpado pasando por las cataratas o el llamado Pterigium, un trastorno que conlleva un crecimiento irregular de la conjuntiva que invade la córnea”. Un estudio publicado este año en la revista Clinical Ophthalmology y realizado en centros de España, Francia, Suiza y Reino Unido, señala que “los efectos crónicos de los rayos ultravioleta sobre la córnea y el cristalino son acumulativos por lo que en los niños es muy importante la protección ya que la transmisión es más alta a una edad más joven”. También advierte de la creencia errónea de atribuir la protección ocular solo a las gafas de sol, y no tanto a la limpieza de las lentes o a la protección tópica de los párpados, a pesar de que las “neoplasias malignas de la piel en la región periorbitaria son frecuentes”. La guía Cuida tus ojos en verano recomienda el uso de gafas de sol que cumplan con la Normativa Europea de Seguridad Visual, usar protector solar del factor 15 como mínimo alrededor de los ojos e incluso gafas de buceo que protejan de los rayos UVA.

 

Otro factor de riesgo para los ojos señalado por los expertos en estos meses es el baño en lugares públicos, ya sean playas, piscinas, ríos o pantanos. “Sus aguas pueden ser un foco de infección o irritación, bien por los gérmenes o bacterias que pueden contener los ríos, playas o pantanos, pues ya sabemos que hay mucha contaminación ambiental, o por los productos químicos, como el cloro, utilizados para depurar las de las piscinas”, explica el doctor Hurtado. El hecho de bañarse en estos sitios sin gafas de natación o abrir los ojos debajo del agua puede provocar “enrojecimiento, escozor, sensación de arenilla y cuerpo extraño, lagrimeo, hipersensibilidad a la luz, y terminar en una infección como la conjuntivitis o, más grave, la queratitis”, añade. Un estudio suizo publicado en junio en la revista Water advierte de que la “tricloramina, un tipo de cloramina inorgánica utilizada como desinfectante de las aguas de recreo, puede causar irritación en la piel y en los ojos, así como en las vías respiratorias”.

Además del sol y del cloro, otros factores de riesgo que pueden causar problemas son la arena de la playa, la contaminación del aire, el polen o el aire acondicionado. “En verano todavía puede haber plantas que continúen con la polinización por lo que es recomendable que aquellos que son alérgicos o propensos a sufrir conjuntivitis eviten pasar sus vacaciones en ambientes secos o con mucha vegetación”, afirma el doctor Hurtado. Por su parte, el aire acondicionado “puede provocar que se resequen las mucosas y desarrollar el síndrome del ojo seco por lo que es importante mantenerse alejado del foco que lo expulsa, y tener precaución en lugares donde se pasa más tiempo como en casa, la oficina o el coche”, aconseja.

 

Lo que no hacer nunca

Una práctica habitual en verano por parte de aquellas personas que usan lentes de contacto es bañarse sin quitárselas. “Es importante no bucear con ellas para evitar infecciones. Hay que tener en cuenta que las personas que usan lentillas son más propensas a sufrir este tipo de problemas ya que las bacterias pueden quedarse pegadas a la lente e introducirse en el ojo”, asegura este oftalmólogo. Para evitarlo, se aconseja el uso de gafas de buceo, que también pueden ser graduadas.

 

Lo que los expertos recomiendan no hacer nunca es “comprar gafas de sol en puestos ambulantes o mercadillos, frotarse los ojos si nos entra arena o polvo, abrir los ojos debajo del agua, usar colirios de baja calidad, compartir las toallas, usar maquillaje en zonas de baño o bañarse en sitios públicos si se sufre algún tipo de infección ocular”, señala la guía.